Diario de escritura
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Percepciones 2. Desenganchar
Sentada contra la ventana del café, veo la sombra de mi propia mano sobre las palabras que escribo. Mi mano fluye como queriendo escapar de la sombra, como queriendo vislumbrar lo que hay detrás de ella. ¿Qué hay más allá de lo que puedo ver? Levanto la mirada, un muro de ladrillo visto contra el cual una estantería expone algunos libros se presenta ante mis ojos. Y las voces de cuatro mujeres se interponen entre yo y lo que veo. No me molesta, solo quiero creer que no es todo, que hay algo más detrás de lo evidente. Vuelvo al movimiento de mi mano que fluye como enganchada a mi…
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Entre divagaciones y sensaciones del instante
El ambiente festivo del parque bajo el cielo azul, tan poco usual en Bruselas, sumado a la excitación de la gente, me incitaron a decidirme a último minuto. Y con la ingenuidad de quien jamás ha corrido 10 kilómetros, atravesé la línea de partida con energía, junto a la masa ansiosa de participantes. En los primeros metros, me concentré en sincronizar mis pasos con mi respiración y en encontrar un ritmo que me pareciera adecuado para llegar al final. Luego me dejé arrastrar por la multitud, sintiendo el roce de las personas que me pasaban y de las que yo adelantaba. De pronto, mi mente partió detrás de una idea…
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Lunes
Comenzar una semana es como montar sobre una montaña rusa. Subes al lunes como si fuera uno de los vagones del tren, y luego, agarrándote con firmeza, solo te dejas llevar a través de las horas, de las citas sucesivas, de los “tengo que” y los “hay que”, de los “apúrate que llegas tarde” o los “No quiero mamá. Tengo hambre. Quiero jugar”. Habría que osar saltar del tren en media semana. Abandonar la vertiginosa montaña rusa que te arrastra los días, mirarse al espejo y con un “¡hola, el gusto es mío!» darse una cita. Entonces por un par de horas, apropiarse de ese tiempo que no parece tuyo…