Fragmentos

Tierras movedizas

Quiere seguir escribiendo. Pero no bastan las buenas resoluciones, tiene que ser capaz de enchufarse, de cambiar de lugar o de ángulo si, desde donde está, no logra despegar. Se lo digo así, tal cual. Ella, que es yo misma, lo sabe, pero no logra moverse y el nuevo año ya ha comenzado.

 

Estoy atrapada en una especie de vórtice alrededor del cual un sinfín de imágenes, personajes y escenas se arremolinan junto con el miedo. Es como una auto emboscada. Yo, que es ella misma, puedo ver todo eso desde el otro lado. Y me digo que, si soy capaz de hacerlo, podría sacarnos de ahí.

 

Las sensaciones que había experimentado durante el verano anterior mientras mi cuerpo se hundía en las arenas movedizas de la bahía del Monte de San Michel, volvieron como para decirme algo. Si sigo luchando contra los miedos como lo hice contra la arena, terminarían por engullirme por completo. Tengo que ser paciente, relajarme y volver al cuerpo, mi casa. Finalmente yo soy de aquellas que encuentra y recarga sus energías en el movimiento.

 

Me doy la vuelta hacia ella y le digo, “tienes que seguir moviéndote para evitar que el miedo se afiance y luego aliarte a él en lugar de luchar en contra”.  Mis piernas, al fin y al cabo, se habían apoyado en la misma arena para poder salir.

 

El miedo en sí no es malo, nos mantiene en alerta, con todos los sentidos despiertos, nos advierte cuando hay peligro. Es una fuente de información. Tenemos que reconocerlo y aprender a utilizarlo para que en el lugar de freno se convirtiera en un motor.

 

Ella que es yo misma, comienza a respirar profundo desde el centro hasta la periferia, a ocupar todo su espacio y a recuperar con el aire y el movimiento la flotabilidad de su cuerpo. De pronto, atraídas por un paisaje con cielo azul-violeta y árboles vestidos de invierno blanco, ella y yo nos reunimos de nuevo. Y como un globo amarillo inflado de helio que se mece en el aire retenido por un hilo invisible, nos dejamos ir detrás de las sensaciones y voces que nos habitan.

 

Para mí no hay ningún invento, todo está ahí solo tengo que ir al encuentro de los universos y personajes que prexisten a la escritura.

 

Siento, como dice Marie Darrieussecq, que la escritura es un estado de transe ligero. Exige desenchufarse de la vida cotidiana, despegar los pies del suelo firme y al mismo tiempo guardar un cierto grado de conexión. Cuando despego de mí realidad inmediata el miedo se esfuma. Tengo que llegar a ese punto sin dejarme dominar por él.

 

La llave para lograrlo y sumergirme en la escritura es conectarme a mi cuerpo.

 

Photo: Rhonda Whyte

 

3 Comentarios

  • Gonzalo Zalles

    Hola Claudita querida ,está vez lo que escribiste me atrajo fuertemente dentro de tu globo amarillo, sentí pero que es un globo totalmente cerrado donde tu contigo misma empiezan a cinflictuarse con pensamientos de miedo y otros que en realidad solo generan una enorme presión de cosas irrelevantes que sólo están dentro de tu mente. Esa presión de solo ideas vanas es tan fuerte que revienta el globo y de pronto te das cuenta que sales liberada de todo lo que estaba en tí para darte cuenta que nuevamente tu mente está dispuesta a seguir creando historias maravillosas que te satisfacen plenamente y a la vez nos encanta disfrutarlas contigo. Eso es lo que sentí….

    • Claudia

      Gracias Gonzi, me encanta encontrarme con tus palabras. Sí, tienes razón, esos pensamientos, esa presión no existen más que en mi mente. Continuar, entonces, hasta que el globo se reviente o más bien aprovecharlo para salir volando con él 🙂

  • Emanuela Jacobs

    Encontrar tu motor y como cargar baterias, todo eso suena a gestion de energias, y de eso se trata en el medio del invierno. Ya veras que los primeros rayos de sol tambien ayudaran a espantar esos miedos. Abrazos!

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