Fragmentos

Sueño

Nuestras risas sobrevuelan el jardín, resuenan como abejas alrededor de las flores. Los pétalos tiemblan con el roce de nuestros cuerpos, las espinas nos arañan la piel. Las palabras revolotean entre nosotras, lentamente, como si fuera un sueño: cobran vida en el vuelo de un colibrí, en el paso lento de un escarabajo, en la inmovilidad de las rocas, en el salto repentino de una rana. Los perros ladran a lo lejos, se confunden con los gritos de los niños y las nubes continúan cargándose.
Después de las risas y las palabras nos dejamos caer sobre la hierba y contemplamos el cielo a punto de estallar. Inspiramos el aroma de la tierra sedienta. Muy pronto, las gotas comienzan a caer, explotan sobre nosotras, se sienten como el tamborileo de unos dedos. Nuestros cuerpos musicales. Somos parte de algo más grande, mucho más grande, y esa inmensidad nos provoca escalofríos y hambre, abrimos la boca grande y dejamos que el agua nos desborde.

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