15 min. de escritura con Claudia y Aude,  Fragmentos

El coronel

Parte 1

Durante mucho tiempo, no podía creerlo. Cosas así solo pasan en las películas o en los libros. Nosotros éramos una familia corriente, sin personalidades destacadas ni héroes, sin iluminados ni excéntricos. Pasábamos desapercibidos entre los habitantes del pueblo. Nadie hubiera podido imaginar que el coronel saliera de nuestro clan de invisibles. 

Nosotros solo hacíamos lo que teníamos que hacer, y así, de generación en generación. Las vacas, la leche, el queso eran el dominio de las mujeres; las tierras, de los hombres. Aprendíamos nuestras tareas cotidianas como quien aprende a caminar y hablar, eran parte del saber básico. Y cuando morían los viejos, los niños ya estábamos listos para reemplazarlos. Todo ocurría con fluidez, sin cuestionamientos. Nadie imaginaba que pudiera haber otras opciones. 

En los alrededores, en las granjas vecinas, sucedía lo mismo. Al cruzar los campos en busca de las vacas, nos reflejábamos en la rutina incansable de las vecinas. Hablábamos poco, apenas nos saludábamos porque estábamos ocupadas y ellas también. 

Pero recuerdo un día, la más pequeña de las vecinas me hizo una seña. Lo recuerdo bien porque su gesto sobresalía del resto de movimientos, como si, de pronto, a una máquina se le hubiera saltado un tornillo. Me detuve a mirarla, estaba arrodillada frente a la puerta lateral del cobertizo. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Luego los dirigió hacia sus manos, que escarbaban la tierra como si buscaran algo. Estaba lejos, no podía saber qué era, pero sentí que no era nada bueno. 

Luego me olvidé de ese incidente. Solo volví a pensar en él cuando llegó la estación de cosecha y en el pueblo comenzaron los rumores. Hablaban del coronel y de las niñas desaparecidas. Primero eran dos, luego cinco, y en la última reunión ya no había certeza, los nombres se confundían y las desapariciones parecían multiplicarse. 

Lo buscaban a él, al coronel. Estuvieron en casa varias veces para hablar con padre, pero nadie sabía nada. Entonces me acordé de la niña con los ojos vidriosos y corrí a decírselo al policía. Fuimos al lugar donde la vi la última vez, y ahí comenzó el camino sin retorno de este pueblo. 

3 Comentarios

  • Maria Teresa Barragan

    Me quedé en suspenso!! Genial la narrativa, quisiera continuar leyendo esta interesante historia. Esta ya el libro a la venta? Donde puedo encontrarlo??
    Gracias ♥️

    • Claudia

      Hola María Teresa, gracias por leer y por tu comentario. «El ruido de tus horas», mi novela anterior, esta en venta. La siguiente todavía está en proceso. Lo que publico en mi blog, son textos independientes. Pero continuaré este último que leíste, porque yo también tengo ganas de saber qué sigue 🙂

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